Baja es sinónimo de aventura, de encuentros inesperados, de sorpresas insospechadas.
Hace muchos años, muchos en verdad, fui por primera vez a la península por una innata necesidad de aventura, la historia no es larga pero la dejo para otra ocasión. Ahora, esa necesidad de aventura y de recorrer la Baja una vez más me puso a preparar un viaje de una manera algo atropellada, pero lo logré, llegué y empezó la travesía, la grande, que, una vez más, pronto sera narrada, en partes o no, aún no lo sé, en fin eso es lo de menos. Este tan sólo es un capítulo más de esa gran historia que fue participar como fotógrafo en el primer gran Rally Histórico Transpeninsular, hace menos de una semana de la que me encuentro redactando esto aún con la sensación de la México 1, en su totalidad, en mis riñones, en todos ellos. Por cuestiones del destino, el fin de una etapa de velocidad del primer día de competencia, se tuvo que recorrer aproximadamente 1 km. hacia atrás, en las afueras de cierto poblado que prometo, en algún momento, recordar su nombre. Había unas cuantas casas a unos metros de la carretera y un taller de “talachas” como le decimos en la CDMX, que frente a ellas formaban algo semejante a una calle como las conocemos en las “grandes ciudades”. De la Llantera Ceseña salió Mad Max, lo juro, aquí las fotos que lo corroboran, pero incluso es no fue lo insólito. Un personaje greñudo, alto, flaco y con las manos llenas de grasa preguntó que de qué se trataba el desmadrito que nos traíamos, cerrando la carretera con patrulla de federales y toda la faramalla. Con mas ganas de quitármelo de encima que de generar un fan mas de los rallies, le medio expliqué de que se trataba el desmadrito. Como loco empezó a gritarle a, supongo su familia, que de pronto salieron, quien sabe de donde, con tabletas en manos y cámaras listas para disparar foto y video y ver el final de esa etapa del rally que pasaba justo frente a su casa. El flaco, por llamarlo de alguna manera, me empezó a chorear con que ahí tenían hartos carros antiguos, incluso un Rolls Royce y un Citroen. Fue tanta su insistencia que accedí a ver su colección de coches clásicos en proceso de restauración. Corrí cámara en mano, apresurado por que yo tenía que estar junto al banderero del Control B para tomar las fotos de los autos que por ahí, no tardaban en cruzar. Corrimos calle, o brecha, o sendero arriba una doña, el flaco y yo. Me detuve un par de instantes para tomar algunas fotos de varios coches, si, esos de colección que me choreaba el flaco, que encontrabamos en el trayecto. Yo seguía a la mujer que dirigía la fuga hasta meterme no sé por donde. Entraba a una puerta y me salia por otra mas adelante y me señalaba el camino. Confieso que por un instante me cruzó por la cabeza la idea de que me habían secuestrado unos traficantes de órganos, tras abrir y cerrar puertas y cruzar casas y patios, llegamos a lo que pudó, en algún remoto tiempo, ser un gallinero. Ahí estaban el Rolls Royce y el Citroen entre otros. Tomé la cámara y disparé a diestra y siniestra, apresurado y confuso entre la preocupación de que los competidores estaban por llegar o por salvar mis partes vitales, ya no lo sé… Nunca supe que hacía Mad Max en Baja, no me dió tiempo de pedirle su autógrafo. Tampoco me enteré, cómo es qué esos coches, pertenecientes a la doña que dirigió la escapada, estaban ahí, en el fin fondo del mundo, “producto de una larga vida de trabajo”, sin mas detalles, dijo el flaco como si adivinara mi pensamiento… He aquí las fotos que dan testimonio de este “find”…
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Desde hace 11 años, el estado más grande se ha convertido en la sede de una de las competencias en carretera más escénicas y espectaculares de nuestro país: el Rally Chihuahua Express. Durante tres días los competidores, organizadores y público se concentran para disfrutar de una contienda única y con un alto contenido de emociones. En 2016 el Rally Chihuahua Express una vez más se convirtió en una cita que más allá del interés automovilístico deportivo, es un suceso en el que se encuentran pilotos y navegantes de reconocida experiencia con celebridades y aficionados que comparten la ruta y la posibilidad de disputar un buen lugar en la clasificación final. Cada uno de los tres días reviste un encanto especial, pues se trata de recorridos totalmente distintos entre ellos, con la apariencia de haber estado en tres mundos muy alejados. Día 1. Chihuahua- Ciudad Madera-Chihuahua. Al recorrer la singular zona de los campos Menonitas, nos trasladamos a una época y lugares que supondríamos extintos. La curiosidad y el asombro de los muy tradicionales habitantes Menonitas ante el paso de los autos de competencia, causa sorpresa y mucho interés en todos los participantes del rally sin importar cuantas veces hayan estado ya en la ruta en ediciones anteriores. En el camino, la combinación de etapas rápidas con zonas sinuosas, desafían la preparación de los autos y la capacidad de manejo de todas las tripulaciones. Pero la ida y vuelta a Ciudad Madera no da ninguna pista sobre los desafíos de los siguientes dos días. El día emocionante al terminar conserva grandes expectativas para el resto del rally. Día 2. Chihuahua-Divisadero-Chihuahua Para muchos de los participantes, este segundo día es el más deseado y de manejo más exigente de todo el recorrido. Atravesar el corazón de la Sierra Tarahumara hasta llegar a la Barranca del Cobre se convierte en una ruta imposible de duplicar en cualquier otra parte del país. Los antiguos pueblos madereros nos van envolviendo entre camino y camino para finalmente conocer o reencontrar la imponente Barranca del Cobre en el extremo del Divisadero. Los Rarámuris en su tierra original, respetan sus tradiciones, indumentaria y costumbres. Todos los participantes emprenden el camino de regreso igualmente admirados tanto de la Barranca como de sus habitantes. Día 3. Chihuahua-Ojinaga-Chihuahua Después de los dos primeros días, el interés particular por conocer el ardiente desierto fronterizo sigue teniendo a los competidores a la expectativa. Llegan a la frontera del estado y del país en el día de etapas más rápidas de todo el rally. Para los que están todavía con la impresión del día anterior de la magnificencia de las vistas en Divisadero, este tercer día les reserva otro gran momento con las vistas espectaculares del Cañón del Pegüis unos kilómetros antes de llegar a Ojinaga. Una breve parada en los linderos de la Nación y vuelven todos rumbo a la capital del estado anfitrión, sin dejar de concentrarse pues estas últimas etapas son muy rápidas y pueden tener resultados sorpresivos si no se aplican todos los sentidos. Al llegar a Chihuahua la satisfacción es enorme, pues han completado tres días de emociones intensas y conocido con detalle una ruta que no se parece a ninguna otra en México ni en el mundo. El anhelo de volver para el año siguiente queda muy grabado en el corazón de todos. Como dice la canción: ¡Que bonito es Chihuahua! Texto: Ingeniero Rodrigo Arrioja Colaborador de One Way Books Libro Galería completa Una vez más llegó esa época del año en la que la cámara me sirve de máscara y con el disfraz de fotógrafo me lanzo a las carreteras de este país a disfrutar de muchas pasiones simultáneas: carreteras; viajes; coches y fotografía.
Y aunque no es en el estricto sentido una pasión, y más si reconozco que tengo cierta tendencia antisocial, conocer gente también resulta, en muchos de los casos, gratificante. Así pues con este marco de referencia, la oportunidad de ser parte, una vez más, de una de las leyendas vivientes de los eventos automovilístcos a nivel mundial, salí rumbo a Chiapas, estado que me faltaba conocer de esta inmensa y bella república Mexicana, y así estar desde un par de días antes, en la edición número XXVIII de La Carrera Panamericana, The ultimate Road Race. Alrededor de 80 coches, tripulados por pilotos y copilotos de 15 paises, manejaron Studebakers, Mustangs, Porsches, Mercedes, Volvos, Renualts, Alfa Romeos, Oldsmobiles, Camaros, BMWs, Chevelles, MGs, Falcons, Fairlanes, Datsuns, Victorias, Escorts, Mazdas, Dodges, Lincolns, Corvettes, Subarus, Triumphs, Cadillacs, Chevrolets y Fords idénticos a los construidos entre 1940 y 1972 con los mas recientes sistemas de seguridad para eventos de este tipo avalados por la FIA. El viernes 16 de octubre al amanecer nos lanzamos a devorar el asfalto, cual cazadores de tornados persiguiendo su enloquecido objetivo, recorrimos desde ese día aproximadamente 3,500 kilómetros de carreteras mexicanas, pasando por Oaxaca, Ciudad de México, Toluca, Morelia, Guanajuato, Zacatecas y Durango, con el único objetivo de tomar fotos de los coches a lo largo del trayecto, recorrido en siete días. Galería completa Libro |
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Eugenio Robleda Archivos
Junio 2023
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